Todo destino humano es un destino común y en conjunto la tierra es como una gran nave que viaja por el espacio, como si fuese un sólo hombre en busca de su destino. Todos somos uno, y uno somos todos.
Somos seres individuales y esto es una verdad absoluta pero también y de la misma manera, somos seres con una identidad que ha de ser común, como un corazón solidario, que late por la armonía de un cuerpo saludable y provechoso.
Todos somos como una mano, diferentes son los dedos, pero en su conjunto conforman un equilibrio, como las notas musicales, como las gotas de lluvia, formamos un todo y un todo que es un "uno".Pero hay algo importante en esta unidad, que no puede darse solamente con el pensamiento o la razón sino por algo más importante y no por un fanatismo apasionado, obsesivo y mal llamado religioso, sino más bien por el Amor que surge de un Dios verdadero, que sabe dar de si, y que comparte con nosotros el misterio de la vida, haciéndonos partícipe de la existencia, y de la ciencia del Amor, a través de la causa común del bien.
La vida no es un accidente ni una casualidad fortuita. Hay un motivo profundo y responsable que tiene por propósito la libertad de ser y vivir en la eternidad, pero nada de esto tendría sentido, si no habría Amor para vivir y para ser.
Dios es la fuente, la gracia, la inspiración, la potencia, el conocimiento, el arte de la creación y la vida misma.
La experiencia espiritual es descubrir esto, en nuestra propia vida, pero no solamente para guardar un tesoro, pues seria como encontrar una semilla, y nada más. Sin embargo, debemos ser como un árbol frondoso, que acoge a todo aquel que necesite, y que a su vez en su expansión, sepa ser humilde, y glorifique a su creador.
El hombre, es criatura de semejanza divina, porque Dios ha puesto aliento de vida en él. El hombre, claramente no es Dios, pero es él que ama fielmente a Dios, y esto es más que sabiduría, es iluminación.
Las estrellas están en el cielo no solo para alumbrar en la oscuridad, para guiar a los navegantes en el mar o para soñar con ellas. Lo están para dar gloria de la luz infinita, el cual es el Amor del eterno Creador.
Sabio, es el que está libre de vanidad y de orgullo pero más sabio es el que comparte su espíritu de devoción, su entrega y su abnegación en el camino hacia el Amor verdadero, y dando siempre lo mejor de sí mismo.
Pero el hombre no habría podido hacer esto solo, necesita de la correcta inspiración de la fuerza integral del Dios verdadero y por eso, la espiritualidad es un eterno romance divino, entre el Creador y su criatura, entre la criatura y el Creador. De esta misma fuente, de éste mismo principio, y por esta misma razón, el arte es inspiración del Creador. Y de su criatura tendría naturalmente que brotar el fundamento del amor.
Somos seres individuales y esto es una verdad absoluta pero también y de la misma manera, somos seres con una identidad que ha de ser común, como un corazón solidario, que late por la armonía de un cuerpo saludable y provechoso.
Todos somos como una mano, diferentes son los dedos, pero en su conjunto conforman un equilibrio, como las notas musicales, como las gotas de lluvia, formamos un todo y un todo que es un "uno".Pero hay algo importante en esta unidad, que no puede darse solamente con el pensamiento o la razón sino por algo más importante y no por un fanatismo apasionado, obsesivo y mal llamado religioso, sino más bien por el Amor que surge de un Dios verdadero, que sabe dar de si, y que comparte con nosotros el misterio de la vida, haciéndonos partícipe de la existencia, y de la ciencia del Amor, a través de la causa común del bien.
La vida no es un accidente ni una casualidad fortuita. Hay un motivo profundo y responsable que tiene por propósito la libertad de ser y vivir en la eternidad, pero nada de esto tendría sentido, si no habría Amor para vivir y para ser.
Dios es la fuente, la gracia, la inspiración, la potencia, el conocimiento, el arte de la creación y la vida misma.
La experiencia espiritual es descubrir esto, en nuestra propia vida, pero no solamente para guardar un tesoro, pues seria como encontrar una semilla, y nada más. Sin embargo, debemos ser como un árbol frondoso, que acoge a todo aquel que necesite, y que a su vez en su expansión, sepa ser humilde, y glorifique a su creador.
El hombre, es criatura de semejanza divina, porque Dios ha puesto aliento de vida en él. El hombre, claramente no es Dios, pero es él que ama fielmente a Dios, y esto es más que sabiduría, es iluminación.
Las estrellas están en el cielo no solo para alumbrar en la oscuridad, para guiar a los navegantes en el mar o para soñar con ellas. Lo están para dar gloria de la luz infinita, el cual es el Amor del eterno Creador.
Sabio, es el que está libre de vanidad y de orgullo pero más sabio es el que comparte su espíritu de devoción, su entrega y su abnegación en el camino hacia el Amor verdadero, y dando siempre lo mejor de sí mismo.
Pero el hombre no habría podido hacer esto solo, necesita de la correcta inspiración de la fuerza integral del Dios verdadero y por eso, la espiritualidad es un eterno romance divino, entre el Creador y su criatura, entre la criatura y el Creador. De esta misma fuente, de éste mismo principio, y por esta misma razón, el arte es inspiración del Creador. Y de su criatura tendría naturalmente que brotar el fundamento del amor.
Pintura y Escrito:
Oscar Basurto Carbonell
Berllisimos artículos. Las reflexiones tocan el alma misma. Glorifiquemos al creador que habita en nuestro interior.
ResponderEliminarGracias!
Un Abrazo,
Graciela